
Sinopsis: “A Chernóbil le gusta el plástico, le encanta. Es donde ha nacido y donde juega y se divierte, hasta que conoce a Tierra. Ella le enseñará que debajo de todo ese manto de plástico late un planeta hermoso, azul y verde. Juntos descubrirán que hasta en los lugares más horribles suceden cosas extraordinarias”. A través del humor y de su peculiar mirada, Chernóbil recopilará “memorias”, “desechos” y “objetos” de los seres humanos, tratando de descubrir quiénes fueron los que se extinguieron y de explorar con nosotros qué podemos hacer hoy para revertir la situación en la que se encuentra nuestro planeta Tierra
Dramaturgia: Juan Carlos Sampedro
Dirección: Alejandra Prieto-Valle
Producción: Alejandra Prieto, Javier Losada, Comunidad de Madrid y La Laboral de Gijón.
Distribución: Winged Cranes
Reparto: Ariana Cárdenas, María Cruz Planchuelo López, Alejandra Prieto y Alba Vergne López
Escenografía: Sonia Rubio
Iluminación: Carlos Alzueta
Videoescena: Sonia Rubio
Vestuario: Sonia Rubio
Espacio Sonoro: Luis Álvarez
Diseño del Cartel: Mario Gutiérrez Cru
Vídeo Promocional: Mario Gutiérrez Cru
Fecha del Estreno: 12 octubre 2019
Sala: CC Antiguo Instituto Sala 2B
Duración: 1 hora
Festivales: Feten
Crítica teatral de El viaje de Chernóbil
El viaje de Chernóbil: el plástico como problema
Mélanie Werder – Instituto del Teatro de Madrid UCM
La compañía madrileña Winged Cranes presenta El viaje de Chernóbil: la historia de una criatura cuasi niño, nacida de de la cantidad de residuos que inundan la tierra. La fábula de la pieza, de 55 minutos, muestra la relación entre el joven e inocente Chernóbil y la madre Tierra, adormilada entre una sobredosis de plásticos. Chernóbil, en un mundo sin humanos, es un ser e fascinado por la poesía, los libros que rescata y los residuos que pueblan su entorno. Pasea feliz entre una maraña de plásticos, única realidad posible para él. Ese títere, accionado por tres integrantes de la compañía conoce a la representación monstruosa de Tierra, encarnada por una sufrida Ariana Cárdenas, generando un intercambio enrarecido.
A pesar de la simpleza de la trama: el niño encuentra una flor, sorprende a Tierra con el descubrimiento, se le rompe la flor y finalmente brotan nuevas como brillo de esperanza, la compañía elige sobreexplicar cada momento con diversos subrayados. Se provoca, en consecuencia, un efecto forzado. Una esquematización de situaciones que buscan ser más tiernas de lo que resultan.
Tres personas para mover al títere resultan multitud -una persona dedicada íntegramente a moverle los pies- puesto que a pesar del esfuerzo, realiza movimientos básicos (andar, coger objetos del suelo, sentarse, señalar) un tanto mecanizados. La falta de consenso sobre el registro de interpretación provoca un cierto desorden. Las tres personas que manipulan el títere actúan también, reaccionando a la trama haciendo muecas, tal vez con intención paródica, que deriva en irónica. Se produce así un extrañamiento que no casa del todo con la búsqueda de implicación emocional con el drama del planeta tierra. El registro paródico que se le imprime al personaje Tierra choca con la falta de personalidad del muñeco, que no logra despegar del todo como ser vivo. Entre los registros se suma la repetición textual: una de las manipuladoras pone voz a Chernóbil, pero también hay una voz en off -la de la actriz grabada- que repite lo que se muestra en escena, y reformula lo que ya han mencionado los personajes.
La escenografía, no del todo cuidada, con una maraña de bolsas de plásticos, manejada con dificultad por las tres actrices, se suma al efecto trabajoso del vestuario del personaje de la tierra. Una actriz envuelta en un vestido de plástico, largo, grande, con una cola larguísima que se atascaba en cada recoveco del escenario. La idea inicial, del escenario como mundo, como océano y tierra plagado de plástico sucio, de provocar una suciedad tanto sonora como visual, se enquista en una falta de agilidad escénica, redundancia narrativa y carencia de ritmo. La ausencia de una dirección clara, unificada, los estilos de las cuatro actrices, la voz en off, la caracterización de madre tierra y las reacciones del títere resultan poco uniformes.
Chernóbil necesita soluciones inteligentes para enhebrar el dispositivo escénico, exactamente igual que el cambio cambio climático: no se puede llenarlo todo de plástico sin más.
Noticias
Redacción, «Winged Cranes ensaya su Chernóbil en el teatro Lagrada», La Nueva España
«La fábula de la pieza, de 55 minutos, muestra la relación entre el joven e inocente Chernóbil y la madre Tierra, adormilada entre una sobredosis de plásticos. Chernóbil, en un mundo sin humanos, es un ser e fascinado por la poesía, los libros que rescata y los residuos que pueblan su entorno. Pasea feliz entre una maraña de plásticos, única realidad posible para él. «
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