
Sinopsis: Variaciones de movimientos sobre El calve bien temperado de J.S. Bach.
Autoría: María Muñoz
Dirección: María Muñoz
Producción: Mal Pelo con la colaboración del Teatro Real y del Teatre Lliure
Distribución: Eduardo Teixidor
Compañía: Mal Pelo
Reparto: María Muñoz
Iluminación: August Viladomat
Videoescena: Núria Font
Música: Bach. Interpretada en directo por Dan Tepfer
Fecha del Estreno: 02/11/2018
Teatro: Teatros del Canal
Duración: 50 minutos
Género: Danza contemporánea
Espectáculo estrenado en 2004 en el Espai Lliure de Barcelona y repuesto un sinfín de veces desde esa fecha, pero que no ha perdido frescura. La soberbia música de Bach, interpretada en esta función por el pianista francés Tepfer, escita el cuerpo de María Muñoz para ejecutar una serie rítmica, variada y sentida de movimientos sencillos, ajenos a cualquier virtuosismo, pero que transmiten al espectador la emoción de una creación ejecutada por dos artistas o, si se quiere, por un piano y un cuerpo. En esta composición destacan varios elementos: el principal, el diálogo sin fisuras entre el piano y los impulsos corporales que suscitan las notas musicales en la cabeza y cuerpo de Muñoz en una asombrosa adecuación orgánica del ritmo. Insisto en esta idea, en Bachno hay ni ilustración corporal de la música a través del cuerpo del intérprete, ni acompañamiento a las notas del piano a los movimientos de la bailarina: hay una simbiosis magnífica entre dos instrumentos ejecutados por dos creadores. Otro elemento destacable es la expresividad corporal y gestual de Muñoz, exacta y medida, significante en cada momento, sin que haya cabida para la sobreactuación u otras técnicas expresivas que desfiguran la verdad.
La coreografía de María Muñoz es sencilla en apariencia, goza de una armonía que transmite un sentimiento de paz y no resulta pródiga en un excesivo número de movimientos. Los justos. Eso sí, y aquí reside otra de las cualidades de esta composición, ejecutados con tempos diferentes (velocidad del ritmo), de tal manera que, en ningún momento, hay recuerdo de algunos ya vistos o atisbos de monotonía. La ejecución además de expresiva y sentida, como ya señalé antes, es de una limpieza exquisita, sin subterfugios. El escenario, suelo y pared blancos, bien iluminados (con matizaciones lumínicas pero sin espacios de penumbra) contrastan con el traje negro de Muñoz: en esta área de actuación cualquier desliz se advertiría de manera subrayada. En la segunda parte, alguna video proyección del cuerpo de la bailarina diseñado con tarzos negros que siguen dialogando con la música y unos recortes en blanco sobre la pared del fondo, que sin luz se transforma en negra. Sobre cada recorte, con precisión, aparece María Muñoz. No cabe preguntarse por posibles significaciones, ni existen, ni las necesita: es una propuesta de pura abstracción, donde se da una respuesta precisa, expresiva, sentida y sensitiva a una música armoniosa.
José Gabriel López Antuñano, UNIR
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