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Crítica de Soeurs

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Diana Carolina Ruiz Torres, Fernando Linzoain Ochoa
Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

¿La hermandad salvará al lenguaje?

Con gran expectativa, pues es la primera vez que asisto a un espectáculo de Wadjdi Mouawad en vivo, me senté en mi butaca de la sala Roja, totalmente llena, de los teatros del Canal, a disfrutar de un viaje que prometía mucho. A mi alrededor escuchaba conversaciones que giraban en torno al mismo sentimiento de curiosidad que yo tenía, y es que no es para menos. El nombre de este autor, dramaturgo y director libanés, está rodeado de un gran prestigio gracias a su larga y fructífera carrera, de la que vale la pena resaltar su tetralogía La sangre de las promesas compuesta  por las obras Litoral (1999), Incendios (2003), Forêts (2006) y Ciels (2009). Su obra Incendios ha sido traducida y llevada a escena en diversos lugares del mundo. En España fue dirigida por Mario Gas durante la temporada 2016-17 del Teatro de la Abadía, contando con una gran acogida del público español, al punto de ser llevada a la gran pantalla gracias al corto documental nominado al goya, Incendios, más allá del teatro (2020) dirigido por Alex García, que contaba el proceso de creación de dicha puesta en escena.

Llena de expectativa, pues, me senté a disfrutar de Soeurs (Hermanas) un monólogo interpretado por Annick Bergeron, que cuenta la historia de dos mujeres que se encuentran en una habitación de un hotel de lujo, donde descubren que, a pesar de la aparente diferencia de sus vidas, tienen mucho en común. De una vida de la que están cansadas y de una pesada carga emocional heredada de sus familias, que no saben cómo portar ni cómo sobrellevar. Esta pieza es la segunda entrega de una serie de obras en las que se encuentra trabajando el dramaturgo libanés, denominadas Ciclo Doméstico. De entre estas obras se estrenó Seuls (2010), un monólogo escrito e interpretado por el mismo Mouawa, que trata sobre la figura del hijo. Dicho ciclo estará completado por las futuras entregas el padre, la madre  y los hermanos.

La obra Inicia con la abogada Geneviève Bergeron, quien tras tener una conversación con su madre, mientras conduce bajo una terrible tormenta de nieve camino de Ottawa, realiza una conferencia sobre su trabajo como mediadora en zonas de conflicto. Debido a la tormenta no puede regresar a Québec, por lo que pasa la noche en la Suite interactiva de un hotel de lujo. Habitación con la que la protagonista tendrá una serie de extravagantes conflictos, que acaban haciéndola destruir el lugar por completo, hasta desaparecer ella misma tras esconderse bajo el colchón. Al día siguiente cuando descubren el daño y su extraña desaparición, la encargada del hotel llama a la aseguradora para valorar e inventariar los graves destrozos realizados. Aquí se da la entrada al segundo personaje, Layla Bintwarda, una agente de seguros, que sin darse cuenta durante su registro se encuentra con el alma de Geneviève, convirtiéndose en su confesora. Se desarrolla así una conversación entre estas dos mujeres, que sin esperarlo se sirven de reflejo la una a la otra, consiguiendo crear conciencia de sus propias existencias.

Aunque la obra es una polifonía de lenguajes escénicos, es la escenografía la que cobra gran protagonismo. En un principio por su verosimilitud y recreación exacta de una moderna suite de hotel, y en segundo lugar porque será la encargada de detonar el estallido interno de la mujer, convirtiéndose en el elemento catalizador gracias a su propia destrucción. Nos situamos pues en esta habitación con una gran cama al medio, dos puertas, una que da a una terraza y otra al baño, una gran alfombra roja, y una nevera totalmente equipada. A través del humor, que remarca lo absurdo de la situación, se desarrolla un pretendido diálogo entre la abogada y la habitación automatizada, que se ve entorpecido por el uso de lenguas distintas. La dificultad de comunicación entre las dos radica en que la protagonista, a pesar de dominar perfectamente el inglés, quiere poder comunicarse en francés -su lengua materna- pero la habitación solo atiende en inglés. Geneviève, como mediadora, es consciente del valor del lenguaje como herramienta de entendimiento, por ello se siente ofendida al sentir que en su propio país no se puede comunicar utilizando una lengua que es oficial. De manera magistral, Mouawad, denuncia la falta de derechos y libertades que representa sentir que el uso de una lengua materna, en un país donde se supone cohabitan las dos lenguas, se convierte a su vez en un exilio, que parece no ser notado por toda la sociedad, sino por aquellos que lo sufren día a día. A través de este conflicto el autor plantea no solo la dificultad que representa la falta de empatía en este sentido, sino el agravante que resulta ser un inmigrante, como él mismo, para quien su lengua es también su identidad, en un lugar al que no acaba de sentir del todo que pertenece. En palabras de Geneviève: “ahora entiendo el dolor del lenguaje.”

Vale la pena resaltar el interesante uso del audiovisual que se realiza a lo largo de la obra. Con él se generan diversas imágenes que pretenden ser la recreación de sueños, paranoias, pensamientos, reflexiones, recuerdos de infancia, de palabras e interrogantes. Pero el papel más relevante que desempeña es el de multiplicar las dimensiones del espacio, con el objetivo de mantener una pretendida verosimilitud en la diégesis de la historia. Es decir, la mayoría de las proyecciones son continuaciones del desarrollo de las acciones lógicas de la fábula, como si de un cortometraje se tratara. Así los momentos en que la protagonista está en el baño, o cuando sale de su escondite, son recreados por el vídeo, para hacernos visible esa parte de la intimidad que no podríamos ver. De la misma forma gracias al lenguaje audiovisual se desarrolla la construcción de múltiples personajes en escena, que ejecuta la propia Bergeron. Así, de forma extraordinaria interpreta no solo a las dos mujeres protagonistas de esta historia, sino a los tres trabajadores que descubren uno tras otro la desaparición de la abogada. De esta forma para generar la convención, vemos entrar físicamente en escena primero a la encargada de la limpieza, después a la encargada del hotel. Y finalmente a un agente de policía, y una vez dentro de la habitación a través de la proyección (todos ellos recreados en el vídeo pregrabado) los observamos convivir y conversar juntos, aunque sabemos como espectadores que no es posible dado que todos son interpretados por la misma actriz. Este valor casi cinematográfico que adquiere el audiovisual, permite no solo expandir el espacio físico del escenario, sino incrustar códigos del lenguaje del cine que nos son tan familiares, ampliando los horizontes del lenguaje teatral, como si, al igual que las protagonistas, estos dos se reconocieran como hermanos .

Debo hacer hincapié en que la obra parece tener varios finales, pues durante la última media hora, el cierre del conflicto se alarga hasta tal punto, que genera que el espectador desconecte por momentos. Las largas y algo monótonas conversaciones que mantiene Layla con la voz en off de Geneviève, el exceso de imágenes finales, y la necesidad de conservar la verosimilitud de la diégesis en momentos que quizás no sería necesario, hacen perder ritmo a la puesta en escena, generando que algunos momentos y acciones finales se sientan repetitivas e incluso por instantes innecesarias.

Soeurs hace que el espectador pase por muchos estados, desde la reflexión lógica de la incoherencia a lo ridículo de las situaciones, pasando por imágenes que generan tanto nostalgia como un profundo dolor. Hasta conseguir, a través de la hermandad, un sentimiento de fraternidad en el que nos vemos reflejados como humanos, en el que nos identificamos con las dos mujeres que acaban por encontrarse y hermanarse, ayudando así a exorcizar sus propios conflictos y con ello los nuestros.

Diana Carolina Ruiz Torres

Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Solo soy una canción

Domingo 20 de noviembre de 2022. Son las doce del mediodía. La actriz Annick Bergeron, entre aplausos enlatados, sale a escena. Comienza la magia en la sala roja de los Teatros del Canal. Durante dos horas, la protagonista realiza un ejercicio de interpretación brillante con la obra Soeurs, escrita y dirigida por Wajdi Mouawad. La cita supone la segunda y última función de la obra que ofrece la programación del 40º Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Esta obra es un ejemplo más de la maestría del autor líbano-canadiense, tras éxitos internacionales previos como Tous des oiseaux o su archiconocida Incendies.

Soeurs es un monólogo que se aleja de la manera tradicional de enfrentarse a este formato teatral, donde Mouawad se inspira en dos de sus hermanas para fundamentar la historia. A grandes rasgos, se nos presenta el cruce de caminos de la vida de dos mujeres en la habitación de un hotel. La primera, Genevieve Bergeron, es una abogada canadiense especializada en mediación de conflictos con una gran herida sin curar relacionada con su hermana adoptiva de la infancia. La segunda, Layla Bintwarda, es un perita de seguros exiliada del Líbano y que vive en Canadá con su anciano padre, incapaz de pasar página y olvidar a su país. La gran parte de la acción sucede en la habitación del hotel donde Genevieve se aloja. Annick Bergeron encarna a estos dos personajes, además de interpretar brevemente a una limpiadora del hotel, a su directora y a un oficial de policía.

“Esta noche no me perdoné”. Son las palabras con las que arranca la obra, cantadas por la diva canadiense Ginette Reno en su canción Je ne suis qu’une chanson. Esto forma parte de la ensoñación en la que se encuentra Genevieve mientras conduce por la autopista. Tras dar una charla sobre mediación de conflictos, llega al hotel donde va a pasar la noche. Aquí entra en juego uno de los elementos fundamentales de la función: la habitación, que ayuda tanto a la caracterización de los personajes como al desarrollo del monólogo. Se trata de una habitación inteligente donde hasta el frigorífico habla. Y es que cuando antes mencionaba la singularidad de este texto, lo hacía en referencia al hecho de que, a pesar de ser un monólogo y constar de varios personajes, todo el texto es dicho por la misma actriz y siempre hay un destinatario que no es el público. Genevieve mantiene conversaciones por teléfono, con la televisión y con el frigorífico. Acostumbrados a los monólogos al más puro estilo La plaza del diamante, donde la protagonista verbaliza todo el texto sin un destinatario en concreto, Soeurs supone un soplo de aire fresco en la renovación de este formato teatral tan presente en las últimas décadas.

Uno de los elementos más importantes de la puesta en escena es la simbiosis entre la escenografía de Emmanuel Clolus y la videoescena a cargo del propio Mouawad y de Dominique Daviet. La escenografía se compone de una estancia que representa la habitación del hotel y dos paneles móviles que hacen las veces de carretera, pantalla de proyección o pasillo del hotel. Por su parte, la videoescena bebe claramente del maestro Robert Lepage (también presente, por cierto, en la programación de esta edición del Festival de Otoño). Las proyecciones van desde la recreación del coche donde comienza la obra Genevieve hasta escenas enteras grabadas previamente y que se proyectan con el fin de ayudar a los cambios de caracterización de la actriz (un total de cuatro cambios). En cuanto a las escenas grabadas, resulta un tanto tramposo que una de las partes más emotivas del texto sea grabada. Aun así, funciona perfectamente, ya que el personaje está en escena, pero no podemos verlo al estar escondido.

Con Soeurs, Mouawad construye un relato inspirado en su hermana teatral (Annick Bergeron) y su hermana real (Nayla Mouawad), mezclando sus historias en un monólogo excepcional donde todos y cada uno de los elementos de la puesta en escena suman en pro de la historia.

Fernando Linzoain Ochoa

Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM


Sinopsis

Soeurs cuenta la historia de dos mujeres que se encuentran en una habitación de un hotel de lujo, donde descubren que a pesar de la aparente diferencia de sus vidas, tiene mucho en común, una vida de la que están cansadas y de una pesada carga emocional heredada de sus familias, que no saben como portar, ni como sobrellevar.


Equipo

Dramaturgia
Charlotte Farcet
Autoría
Wadjdi Mouawad


Dirección
Wadjdi Mouawad
Ayudante de Dirección
Alain Roy


Producción
La Colline – théâtre national (Coproducción: Au Carré de l’Hypoténuse-France & Abé Carré Cé Carré-Québec compagnies de création, le Grand T – Théâtre de Loire-Atlantique, Théâtre national de Chaillot, L’Archipel – Scène nationale de Perpignan, Le Quartz – Scène nationale de Brest)


Ayudante de Producción
Alain Roy
Reparto
Annick Bergeron
Escenografía
Emmanuel Clolus




Iluminación
Éric Champoux (con la asitencia de Éric Le Brec’h)


Música
Christelle Franca
Espacio Sonoro
Michel Maurer
Fotografía
Pascal Gely






Vestuario
Emmanuelle Thomas








Festivales
Festival Grec de Barcelona (2015), Festival de Otoño de Madrid (2022)






Videoescena
Dominique Daviet, Wajdi Mouawad


Web Oficial
https://www.colline.fr/spectacles/soeurs


Idioma
Francés, inglés
Maquillaje
Angelo Barsetti






Fecha del Estreno: 19/11/2022

Teatro: Teatros del Canal

Sala:  Sala roja

Duración en minutos: 130

Género  Drama, monólogo

En los Medios

Nacho Cabana, “SOEURS de Wajdi Mouawad”, Revista Cultural Tarántula, [9/10]

Jordi Borde, “Humor pel boc gros i sensibilitat sota del matalàs”, Recomana,[8/10]

Miguel Ayanz, “Mouawad: hotel, triste hotel”, Volodia.

Ángel Esteban Monje, “Soeurs”, Kritilo.

Entrevista: Marie Bey y Fanély Thirion, “Dérives”, La Colline.


Soeurs

«De manera magistral, Mouawad, denuncia la falta de derechos y libertades que representa sentir que el uso de una lengua materna, en un país donde se supone cohabitan las dos lenguas, se convierte a su vez en un exilio (…) A través de este conflicto el autor plantea (…) el agravante que resulta ser un inmigrante, como él mismo, para quien su lengua es también su identidad, en un lugar al que no acaba de sentir del todo que pertenece.»

Diana Carolina Ruiz Torres

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